martes, 21 de junio de 2011

DESPUES DE LLOVER O LLORAR TODOS SUELTAN SOL


Los primeros exploradores que tuvieron la oportunidad de contemplarlo desde el espacio pensaron confundidos que se trataba de un mundo cubierto de minerales deslumbrantes, probablemente piedras preciosas de descomunal medida, dado el tamaño e intensidad de los reflejos de coloración variada que lanzaban hacia la atmósfera rica en oxígeno y ozono protector, reflejos que hacían de la contemplación de Roxt ,(nombre que conocieron más tarde por boca de sus habitantes), un ensueño seráfico de colorida y transparente entraña.

Era el planeta del arcoiris en fascetas, de fantásticos rayos verdes o rosados, de cambiantes tonos de azules encantados y naranjas danzarinos.

Repletos de la sórdida ilusión del cortador de gemas se aproximaron mucho más y se encontraron con que las emanaciones luminosas se sucedían en regiones de llanuras verdosas cubiertas de exóticas flores de gran talla donde acababa de llover y con no poca desazón desecharon la idea de un diamante de varias toneladas ante el espectáculo asombroso de las flores enviando luz hacia el espacio.

Hoy, liberados desde hace mucho tiempo de cualquier aspiración depredadora, nos hemos instalado aquí y no paramos de celebrar con asombro inagotable y un loco disfrute desconocido la belleza maravillosa de este mundo, sus paisajes que cambian aleatoriamente, supeditados al sol, las nubes y el temperamento de las Trixias.

Sobre las praderas interminables, mecidas por un viento ondulante y cálido que brota de las cavernas de cuarzo y obsidiana, se yerguen airosas, magníficas en su colorido y espléndidas en su contextura, las Trixias.

Son flores inteligentes y admirables que fecundan el suelo con largos hilos de oro que, danzando con el viento conducen sus detritus vivificantes y alimentan a todos los seres vivos con su fragante aroma. Las hay de muchos colores, oscuras, claras, tornasoladas. Entre sus tallos fuertes y esbeltos y sobre ese suelo rojizo de Roxt crece la yerba tartif de azulados y brillantes visos por donde discurren, persiguiendo a las nubes portadoras de lluvia, los suaves y redondos adendos, los traviesos ogopoys que vuelan sin alas con sus saltos enormes y rapidísimos y los infaltables flirgi-flops, burbujas de color cambiante cuyo encanto está en que al entrechocar mecidos por la brisa tintinean suavemente como dulces campanitas de cristales finos.

Las nubes, en una danza equilibrada por la inteligencia del planeta, se mueven constantemente virtiendo su revitalizadora carga de agua pura y cantarina allí donde se necesita.

Nadie aquí tiene prisa, tampoco se ambiciona nada. Todo es tranquilo y armónico: lo nuestro es jugar y contemplar.La base construída con tanto esfuerzo a nuestra llegada está abandonada. Dentro de ella los cuadrantes y marcadores de agujas luminosas y los tableros de materiales magnéticos se encuentran estremecidos de humus.
Los engranajes de las máquinas de hacer trabajos aburridos y tristes se encuentran florecidos y entre las marañas de cables y circuítos integrados miríadas de insectos retozones y roedores felices han establecido su reino.

Los dos centenares o algo más de extra-Roxtanos, (nosotros , los humanos), andamos desperdigados por allí, desnudos y felices, aspirando la esencia alimenticia de la Trixias y delirando de amor por esta vida.

No sé que vaya a ser de mí y mis connaturales dentro de algún tiempo. Por lo pronto seguimos el ritmo de las Trixias: tomar el sol inhalándolo al respirar, absorviéndolo con los poros y toda nuestra capacidad vital.

Al llover, mejor diría, al ser acariciados por el agua dulcísima de las nubes, viene un breve período de descanso y placer renovado. A continuación se produce el milagro: los pétalos enormes de la Trixias se abren y de su centro brotan, maravillosos, los rayos de luz condensada y coloreada que confundieron a los primeros exploradores.
En una sinfonía caleidoscópica las Trixias alimentan a todos, incluidos nosotros, con su aroma indescriptible. Que te baste saber que luego de inhalarlo cesa el hambre, la ansiedad, cualquier preocupación. Un hermoso sentimiento se apodera de ti, te conmueves como nunca y lloras.

Luego de cierto tiempo de estadía en Roxt nosotros también comenzamos a devolver luz hacia la atmósfera y olemos magníficamente. Eso es lo más impresionante de Roxt: después de llover o llorar, todos sueltan sol.

2 comentarios:

pixel dijo...

En un mundo así, yo estaría en mi salsa. Qué maravilla.

Un abrazo

leonardo asimov dijo...

Puedes estar segura,querida amiga, que en algún rincón del universo o de las dimensiones existen lugares más exóticoa aún. Tan ricos en sensaciones y percepciones que la imaginación más alocada se queda corta. Ojalá algún dia los conozcamos de verdad. Amor para ti.