domingo, 3 de abril de 2011

EL PAISAJE ERA REDONDO


Ella y Magnífica descansando en un parque Abisqueño durnate un dia soleado.

Ella iba por esos rumbos de Dios repartiendo Amor a pierna suelta. Siempre dispuesta a escuchar al sediento y dar de comer al desnudo. La acompañaba Magnífica, una joven sierva, que más que cierva parecía una pantera de piel perfecta, ojos de almendra, boca de fuegos sonrosados y lengua de almibar.

Con sus esbeltos cuerpos apenas cubiertos por algunos ornamentos dorados enjaezados de raras joyas y muy poca tela, caminaban sin cansancio con paso grácil y mesurado, contagiando al mundo de calma, repartiendo al sol sonrisas y miradas, esparciendo en el aire el bálsamo de su belleza tierna, consolando al estúpido y llevándole la cuerda al terco.



De este modo sencillo y a la vez maravilloso recorrían el país sembrando a su paso apasionadas flores y deslumbrando a todos con sus sonrisas nacaradas. Atravesando rios y cordilleras, amparándose bajo las nubes blancas, rodeando pantanos repulsivos y evitando regiones lúgubres o siniestras. Su misión: encender la luz en las miradas de la gente, desenmarañar dudas y rencillas, lubricar fricciones ásperas, despertar a los anónimos sin cara, convocar a los utópicos irredimibles y a los invisibles de tiempos lejanos para la fiesta de defenestración de viejos grupos estatuarios de antiguos y revenidos regímenes.

Un dia nublado pero caluroso y lleno de malos presagios daban un mal paso por los senderos escabrosos del Lerelé reseco en esa época del año en que los fantasmas de antiguos predatores salen a devorar el aire espeso y hasta los más resistentes insectos huyen en busca de un poco de risa fresca o una porción mínima de ternura.

Transitando este difícil camino se toparon con una caravana a cuya cabeza marchaba, soberbio, un príncipe extranjero, muy lleno de arrogancia y belicosas ideas. Nuestras dos heroínas lo saludaron respetuosamente, como correspondía a su dignidad.

El príncipe, que se tomaba bastante en serio su papel , les habló en un idioma áspero y cacofónico, pletórico de sonidos guturales y con un tono más enérgico de lo apetecible.

Las dos mujeres, un poco azoradas pero conscientes del peligro a pesar de que no entendían la perorata, balbucearon en su propio idioma cadencioso y melódico un poema que nada tenía que ver con la situación y lograron desconcertar al príncipe con su musicalidad. Este, a pesar del desconcierto, no podía evitar ver a Magnífica con demasíada atención, causando en la sierva desazón y en su ama santa ira.

Por señas, el malhadado príncipe quiso comprar a la espectacular muchacha y ante la evidente negativa de Ella se sintió ofendido y pretendió forzar un trato.
Ella, indignada hasta la raíz lo rechazó de plano y lo hizo con tanta furia que de sus pies desnudos brotó un remolino que se fue volviendo tormenta de arena e hizo huir despavorido al príncipe junto a su cohorte, seguidos muy de cerca por la ventisca desatada.

Después las dos mujeres continuaron su misión de dar alegría y satisfacción a los enfermizos corazones de la gente y cuando, años después, se cansaron de ser tan buenas se metieron en un almanaque y se convirtieron en dibujos.









2 comentarios:

pixel dijo...

Me gustan mucho estos relatos cortos que escribes. Son entretenidos.

leonardo asimov dijo...

Gracias por tus generosos comentarios querida Pixel. Tus palabras siempre caen bien, además que son hermosas. Abrazos.