domingo, 20 de marzo de 2011

PARABOLA DEL BUENMOZO ROMO Y LA PRINCESA RISPIDA

 IMÁGEN DE KIRIKO
Erase una vez un gallardo mancebo de apuesto talante y mejor ver. Era un hombre bello y fornido , sólo que tenia un pequeñisimo............ defecto : su equipamento de guerra era diminuto. Falaz natura que creaste al bello efebo con singular y atractivo cuerpo pero con un escaso poder de ejecución.
Naturalmente , nuestro hombre sufría por la cortedad de sus atributos ; sufría en silencio , humillado por la mala jugada que la vida le hacía. Atraía a las mujeres como el polen a las abejas, las seducía con su sonrisa encantadora y al tomarlas en sus fuerte brazos ellas suplicaban que las poseyera....pero luego de varias espantosas y traumáticas experiencias decidió que nunca más iba a estar con una de ellas. Se refugió en los libros y trató de olvidarse del mundo. Era fino y elegante, era leído y buen conversador, era tierno y considerado, en fin que reunía todas las buenas y deseables características que cualquier mujer pudiera ansiar. Excepto ésa que todas anhelan secretamente y que es tan importante en cierta edad.
La única mujer que siempre estuvo a su lado luego del deceso de la madre fue su tierna hermana Alondra, mujer experta y sagaz que supo ver el problema de su amado hermano y le encontró una excelente solución.
Alondra propuso a nuestro gallardo héroe que se postulara como profesor de Educación Sexual en la Casa de la Adolescente Pudibunda, institución dedicada a servir a esas muchachitas tiernas que tienen miedo al sexo y que necesitan instrucción adecuada en esos menesteres antes de ser apetecibles para el matrimonio. En la entrevista a la que se presentó logró total éxito y fue remitido al consultorio médico para exámen físico. No hay ni que decir que cuando el médico vió a nuestro mancebo sin ropas y palpó sus escasos atributos casi llora de felicidad por lo perfecto de la combinación : apostura sin igual y tamaño inofensivo que casi permitiría a las niñas seguir siendo virgenes, pero vírgenes expertas. Le propusieron que hiciera un taller de dos horas con una de las alumnas antiguas ; allí demostró toda su sapiencia erótica y obtuvo el ansiado puesto.
Ingresó como titular de Fellatio y Cunnin Lingus en el primer semestre y como profesor asistente en Introducción al coito anal de segundo. En cuanto al taller de las niñas que ya ostentaban el título de Desinhibidas se integró como maestro especial en Posturas De cúbito dorsal. La idea fue un éxito maravilloso ya que las matrículas se incrementaron y sus alumnas lo adoraban, literalmente.
Todo marchaba a pedir de boca. Ganaba buen dinero ayudando a frígidas y estrechas, asustadas y temerosas adolescentes a obtener el ansiado Botón Carnal indispensable para casarse. Era bienquisto entre padres y novios y por fin pudo darle uso adecuado a la pequeña herramienta entre sus piernas. Pero.....siempre hay un pero...apareció la desgracia disfrazada de mujer apetecible. La conoció en una reunión de admiradores de Paco Lecomte y sucumbió por un momento al hechizo de esta hembra loca, hembra total, que tan pronto prosaba como emitía poemas de dudoso talante.Era bella e inteligente, la peor combinación para caer desarmado y desamparado. Afortunadamente su defecto lo detuvo y no cometió locuras que lo pusieran en evidencia. Resistió de pié las embestidas y capoteó con elegancia cada cornada asesina y como pudo se escabulló en la noche.
Sin embargo algo en la mirada de la mujer aquella se grabó a fuego en la mente del buenmozo romo. Supo ,al indagar entre los amigos, que la llamaban princesa y que era tan difícil que la apodaban Ríspida. Todos lo miraron con algo de conmiseración y le recomendaron alejarse de su fuego y así lo hizo amedrentado. Pero no contaba con la tozuda insistencia de ella por buscarlo con las piernas abiertas y la boca en rictus de absorvencia. Lo persiguió hasta el cansancio, lo trató de maricón y asolapado....pero no logró que el apuesto mancebo le metiera mano a su popular entrepierna. Luego de meses de vana insistencia la princesa caprichosa se dio cuenta de que se había enamorado como una colegiala y como último recurso decidió casarlo. Valiendose de mil artimañas logró consolidar el compromiso y para su mutua desventura consiguió arrastrarlo hasta el altar.
Ni para que decir que sus desgracias comenzaron en la misma noche de bodas en la que la iracunda novia le enrostró despiadadamente su debilidad y estableció una horrenda relación de sado-masoquismo conjugado.
Fueron tan infelices como les fue posible y soportaron sin causa todo el oprobio inherente. El cazó perdices para llevar a otros cuentos con final feliz. Ella lo hizo mil y una veces cornudo, con nómades del desierto y negros descomunales de los mares bravíos, con rubios piratas y pelirrojos salvajes y hasta se desahogó con otras mujeres.
El compusó poemas malditos , ella cantó en tabernas de mala muerte. El murió a edad temprana, víctima de dolores atroces en el orgullo. Ella envejeció loca y puta.
Al cabo de los tiempos su historia fue confiscada y algunos poetas la retocaron adecuadamente para meterla en libros de escasa circulación y matarla definitivamente. Sin embargo la terca historia sobrevivió sin problema y disfrazada de parábola huyó por rios de tinta hacia páginas más acogedoras. Hoy se presenta ante vosotros. Disfrutadla.




   


 

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