jueves, 10 de marzo de 2011

EL ROSADO SECRETO DE JULIAN


-Quiero acariciarte los muslos, musitó suavemente Julián.
En la penumbra de la habitación apenas se distinguían los rostros. El respirando excitado cerca de la boca de ella, gruesa y sensual, provocativamente roja. Los ojos muy abiertos, casi espantados. Su piel rosácea, incitante y perfecta.
Paseó la lengua húmeda sobre las desnudeces de su amada, sintió punzadas de ansiedad en la entrepierna. La urgencia del momento le hizo casi perder el control. Acarició lascivamente los senos y los chupó con delectación. El mismo había puesto esencia de caramelo con canela en los pezones para disfrutar más.
Jadeaba casi al borde del éxtasis. La tomó con brusquedad, le separó las piernas y trató de liberar a su animal rígido y furioso de la mentira de la ropa.
Justo cuando abrió la cremallera, la filuda chapa del cinturón cayó pesadamente sobre el muslo magnífico de ella y le produjo una herida profunda.
El aire frío que se escapó de la herida lo despojó del sueño, desbarató la ilusión. Se quedó mirando como su amada se movía espasmódicamente mientras se desinflaba.
Se miró a sí mismo y se sintió asqueroso. La piltrafa de caucho rosado con otrora ricas formas femeninas ahora era tan solo una rila flaccida que contagió a su miembro.
Dejó escapar un gemido y dio un puño sobre la cama. Los resortes gimieron....o talvez...se ríeron?
Se levantó despacio y terminó de desvestirse para una ducha helada. Entonces tomó lo que quedaba de su amada y depositandolo en la basura se dijo a sí mismo , muy serio :
Mañana compro el modelo a prueba de roturas y quemadas de cigarrillo. Es más caro pero me han dicho que viene con ciertas piezas de repuesto, para algunas emergencias.
La, la, la li....tarareó hacia el baño.



 



2 comentarios:

Alfonso dijo...

Vacío y soledad... pero al final todo es felicidad.

leonardo asimov dijo...

Sea loque ella sea, al final todos acabamos sonriendo. Y eso no es tan malo, querido.